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13/11/2025 8:55 PM

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La XXXIX Ascensión a la Catedral Nueva de Salamanca se tiñe de solidaridad y homenaje rural

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La tradicional Ascensión a la Catedral Nueva de Salamanca celebra este año su XXXIX edición, una cita que, además de mantener vivo el espíritu de la tradición y la cultura de la ciudad, adquiere un marcado carácter social y reivindicativo. En esta ocasión, el evento estará dedicado a las personas que padecen párkinson y a los niños con cáncer y sus familias, sirviendo como altavoz para las asociaciones que reclaman más recursos, apoyo y visibilidad por parte de las administraciones públicas.

Esta emblemática subida, que cada año congrega a decenas de participantes y curiosos, se ha consolidado como un símbolo de esfuerzo y superación. En esta edición, su mensaje trasciende el ámbito deportivo para convertirse también en un gesto de solidaridad con quienes afrontan cada día la lucha contra enfermedades que requieren una atención constante y una mayor sensibilidad social.

Un homenaje al esfuerzo de la tierra salmantina

Además de su causa social, la Ascensión 2025 rendirá homenaje a un colectivo muy especial: los viticultores de la provincia de Salamanca, guardianes de una tradición centenaria que ha dado fama y sabor a la tierra charra. Entre los protagonistas de este reconocimiento se encuentra la Bodega Cuarta Generación, ubicada en Sotoserrano, un lugar que bien merece una visita por su encanto, historia y su Museo del Vino, donde se conserva el legado de varias generaciones dedicadas al cultivo de la vid.

Fundada en 1948 por el padre de Antonio Aparicio, más conocido en el pueblo con el apodo de “Azufre”, la bodega representa la esencia del trabajo artesanal y el amor por la tierra. Su apodo, curiosamente, nació de los cuidados meticulosos que dedicaba a sus viñas utilizando este producto, símbolo de su compromiso con la calidad y la tradición.

La Ascensión a la Catedral Nueva, más que una prueba física, es una experiencia colectiva que une historia, fe, cultura y compromiso social. Su recorrido, cargado de simbolismo, invita a reflexionar sobre la importancia de seguir subiendo, superando obstáculos y apoyando a quienes más lo necesitan.

La historia del Mariquelo: una tradición que desafía el tiempo

La tradición del Mariquelo es el corazón histórico de esta celebración. Su origen se remonta a 1755, año en que el terremoto de Lisboa sacudió buena parte de la península. A pesar de la magnitud del seísmo, Salamanca no sufrió daños graves ni víctimas, lo que fue considerado un milagro. En agradecimiento, la familia conocida como “los Mariquelos”, encargada del toque de campanas de la Catedral, comenzó a subir cada 31 de octubre a la torre de la Catedral Nueva para dar gracias a Dios, repicar las campanas y comprobar la inclinación de la torre.

Con el paso del tiempo, la tradición familiar se interrumpió, pero en 1985 el folclorista Ángel Rufino de Haro decidió retomar la costumbre, devolviéndole su esencia y su simbolismo. Desde entonces, cada año el Mariquelo sube vestido de charro, acompañado de gaita y tamboril, y lanza desde lo alto de la torre un mensaje a los charros, recordando la importancia de la gratitud, la unión y la memoria colectiva.

La ascensión se celebrará el viernes 31 de octubre de 2025 a las 11:30 horas, con salida desde la base de la Catedral Nueva de Salamanca. Los participantes tendrán la oportunidad de subir a la torre del templo, un recorrido cargado de historia y simbolismo, en el que se combina esfuerzo físico, tradición y compromiso social.

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