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21/11/2025 1:38 AM

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La Universidad de Salamanca alerta: los ultraprocesados se disparan en España y ya triplican su consumo en 30 años

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El consumo de alimentos ultraprocesados en España se ha disparado, y la Universidad de Salamanca lo confirma con datos preocupantes: en solo tres décadas, la presencia de estos productos en nuestra dieta ha pasado del 11% al 32%. Es decir, se ha triplicado. Esta advertencia forma parte de una nueva serie internacional de artículos publicada en la prestigiosa revista The Lancet, en la que participan investigadoras de Salamanca y Navarra.

La serie, titulada Ultra-Processed Foods and Human Health, reúne a 43 expertos internacionales y pone el foco en cómo los ultraprocesados están desplazando a los alimentos frescos y perjudicando gravemente la salud pública. Entre las autoras figuran Maira Bes-Rastrollo, de la Universidad de Navarra, y Renata Bertazzi Levy, investigadora de Brasil actualmente vinculada a la Universidad de Salamanca, el IBSAL y la Unidad de Atención Primaria de Salamanca (APISAL).

Los ultraprocesados y su impacto real: peor dieta y más enfermedades

Los estudios analizados muestran un patrón claro: cuanto más ultraprocesados comemos, peor es la calidad de nuestra dieta y mayor es el riesgo de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, depresión o incluso una mayor mortalidad prematura.

Bes-Rastrollo explica que “los alimentos ultraprocesados están modificando nuestra forma de alimentarnos y afectando a la salud de la población”. Según sus datos, su consumo en España ha crecido hasta triplicarse, desplazando a la dieta tradicional mediterránea.

Por su parte, Bertazzi Levy señala que “el avance global de los ultraprocesados está deteriorando las culturas alimentarias tradicionales y contribuyendo de forma consistente al aumento de enfermedades crónicas en todo el mundo”. La investigadora forma parte del equipo que creó la clasificación NOVA, donde surgió el término ultraprocesado.

¿Qué son exactamente los alimentos ultraprocesados?

Son productos industriales diseñados para reemplazar a los alimentos frescos y a las comidas caseras.
Se elaboran con:

  • ingredientes baratos como aceites hidrogenados o jarabes de glucosa
  • aislados proteicos
  • aditivos cosméticos como colorantes, saborizantes, edulcorantes o emulsionantes

Es decir, no están pensados para nutrir, sino para ser baratos, durar mucho y venderse bien.

Más de 100 estudios apuntan en la misma dirección

El primer artículo de la serie revisa más de 100 estudios y demuestra asociaciones claras entre un consumo elevado de ultraprocesados y un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, gastrointestinales y psicológicas.

Desde la Universidad de Salamanca, Bertazzi Levy trabaja actualmente en un proyecto que analiza la relación entre el consumo de AUP y la salud de la microbiota intestinal y oral, para comprender cómo podría mediar en la aparición de estas enfermedades.

En Navarra, Bes-Rastrollo continúa investigando los efectos de los ultraprocesados en la salud con los estudios SUN, VEGANScreener y BETTER4U.

Ambas coinciden en algo clave: no basta con pedir a la gente que coma mejor, hace falta una respuesta coordinada desde la salud pública.

Medidas urgentes: menos ultraprocesados, más comida real

El segundo artículo de la serie propone una batería de políticas concretas para frenar el consumo de estos productos, entre ellas:

  • Etiquetado frontal que identifique claramente los aditivos de los AUP
  • Restricción de su publicidad, especialmente la dirigida a menores
  • Retirada de ultraprocesados en colegios y hospitales
  • Limitación de su presencia en supermercados
  • Impuestos específicos para financiar el acceso a alimentos frescos en hogares vulnerables

Estas medidas están en línea con las recomendaciones de la OMS y la FAO para construir sistemas alimentarios más sostenibles y saludables.

La industria, un actor difícil de frenar

El tercer artículo advierte de que el enorme auge de los ultraprocesados está respaldado por grandes empresas que mueven cifras millonarias —más de 1,9 billones de dólares al año— gracias a ingredientes baratos, producción masiva y campañas publicitarias agresivas.

Los investigadores alertan de que este poder económico permite influir en políticas públicas, dificultando la aprobación de regulaciones eficaces. La situación, señalan, recuerda a la de la industria del tabaco, por lo que piden una respuesta global contundente.

Una llamada a la acción desde Salamanca al resto del mundo

La participación de la Universidad de Salamanca y del IBSAL, junto con la de universidades de todo el mundo, refuerza un mensaje claro:
es urgente replantear cómo nos alimentamos y cómo se producen los alimentos que llegan a nuestras mesas.

Los expertos coinciden en que proteger la salud pública y promover sistemas alimentarios más justos y sostenibles no puede esperar.

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