Casa de Juan de Ovalle o de Santa Teresa

Más que el aspecto artístico debió de primar en su declaración oficial el hecho de haber sido lugar de residencia de la santa abulense, que allí fue alojada en 1569 por su parentesco con los Ovalle, señores de la Puebla de Escalonilla. Con anterioridad vivió en ella un grupo de estudiantes que la desalojaron para que entraran las dos monjas carmelitas -la santa y su compañera María del Sacramento- las cuales recelaban de que alguno se hubiera quedado en aquella casa, muy grande y disbaratada, con ánimo de asustarlas. Parece que aquí escribió la santa reformadora la célebre poesía Vivo sin vivir en mí. La habitación que ocupó la santa reformadora ha sido convertida en capilla y otras habitaciones tienen ambientación de la época. 

 
En el siglo XIX la propiedad había recaído en el Marqués de Castelar, que la restauró en 1876; podemos juzgar de cómo estaba su fachada un año antes a través de un grabado publicado en París, en el que aparecen dos balcones rasgados donde hoy existen, con mejor criterio, ventanas; otra grande y apaisada se abrió hace muchos años en el piso inferior. Dicho lo anterior, la fachada, organizada en dos pisos, presenta una puerta de ingreso descentrada y resuelta con un arco semicircular de grandes dovelas, que da paso a un zaguán enguijarrado y al recoleto patio. La propiedad originaria queda patente por los dos escudos labrados al exterior que traen las armas de los Ovalle, Varillas, Lucero, Herrera, Enríquez y Corvelle. Desde 1881 es residencia de las Siervas de San José. 
 
Conserva un patio de dos crujías con estructura adintelada y de escaso interés arquitectónico pero si de interés histórico.

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